¿Esperabas mucho de Georgetown y temes llevarte un chasco? Te entiendo: yo llegué lleno de expectativas y, tras tantos vídeos y buenas opiniones, la decepción fue real. ¿Significa esto que Georgetown no merece la pena? ¡En absoluto! Es una parada única si viajas por Malasia, solo hay que saber lo que te espera. Aquí te lo cuento sin filtros y con todas las recomendaciones—errores y momentos patéticos incluidos.
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1. Kek Lok Si: el templo gigante de Penang donde sí sudarás… y mucho
¿Primer consejo? No te emociones con el “tour espiritual” a pleno sol. El Kek Lok Si es el mayor templo budista del sudeste asiático y un lugar donde sudar la gota gorda es parte del proceso.
Para llegar, desde la estación Komtar Bus Terminal tomas el bus 201 (lleva cambio exacto). Te bajas en un mercado animado; en menos de 10 minutos a pie ya estás viendo la entrada monumental.
Tienes tres opciones para subir: a pie (qué desastre, ni lo intentes si el sol aprieta), solo subir en ascensor (gran opción), o subir y bajar en ascensor (un lujo que tu cuerpo agradecerá). Desde arriba, las vistas valen oro.
En el templo destaca la pagoda de siete pisos (Ban Po Thar), mezcla de estilos chino, tailandés y birmano, y la increíble estatua de Guanyin de 30 metros. Aquí la espiritualidad se respira, sí, pero verás también tenderetes de recuerdos y un bullicio inesperado. Personalidad no le falta ni un poco.
2. Fort Cornwallis: murallas, historia y el cañón gigante
El Fort Cornwallis—construido en el siglo XVIII—preside la zona colonial. Un buen rato curioseando te hace pensar en la época de dominio británico, cañones incluidos. ¿Lo mejor? Ni siquiera tienes que entrar para ver lo más impresionante: las murallas y el faro se disfrutan perfectamente desde fuera. Consejo de viajero realista: si te apasiona la historia, quizás quieras dedicarle más tiempo, pero si no, basta un vistazo desde el exterior.
3. La explanada y el centro colonial
Detrás del fuerte, la Explanada es perfecta para respirar, aflojar las piernas y sentarte a ver el mar. El City Hall y el Town Hall son fotogénicos y la zona resulta tranquila para recargar pilas.
4. La Queen Victoria Memorial Clock Tower y el ajetreo de los ferrys
Rodeando el fuerte te topas con la torre del reloj, casi kitsch, pero con historia detrás. Desde aquí salían (cuando funcionaban) los ferrys rápidos a Langkawi… Hoy en día, parece que eso es leyenda urbana. En la zona encontrarás múltiples food courts: pura vida local con pantallas gigantes y mesas comunales donde la comida se mezcla con fútbol en directo.
5. Los Chew Jetty: casas flotantes, historia y postales diferentes
Los Chew Jetty son pasarelas de madera y casitas coloridas suspendidas sobre el agua. Aquí se vive el día a día de la comunidad china local y se siente el ambiente auténtico de Penang. En algunos “jettys” hay tiendas, cafeterías y templos en miniatura. Lo más divertido: intentar no caerte por ir embobado mirando detalles, o hacer fotos al atardecer intentando esquivar turistas, patético vernos caminar sobre los guijarros.
6. Armenian Street Art: grafitis, cámaras y multitudes
Justo frente a los jettys empieza Armenian Street, famosa por sus grafitis y arte urbano. Es “el sitio” para hacerte la foto con el mural clásico (si logras un hueco entre los turistas). Consejo: madruga para verlo tranquilo. Pasear y perderte por las calles de Georgetown es, sin duda, de lo más entretenido. Si te va el arte urbano, aquí estarás como pez en el agua.
Georgetown es también un festival de templos
Conviven mezquitas (Kapitan Keling Mosque), templos chinos como el Kuan Yin, el Kek Lok Si y el templo hindú Sri Mahamariamman. También hay iglesias centenarias como la Church of the Assumption. Georgetown es una oda a la tolerancia y la diversidad, y ver su vida religiosa en activo es un espectáculo inesperado.
7. Mansiones históricas: Blue Mansion y Pinang Peranakan Mansion
Si te apetece ver mansiones de película, apunta la Cheong Fatt Tze (Blue Mansion) y la Pinang Peranakan Mansion. La primera es fácilmente reconocible por su color azul eléctrico y la mezcla arquitectónica. Actualmente funciona como hotel-boutique, pero se puede visitar y es preciosa por dentro.
¿Y si quiero playa?
En Georgetown ni sueñes con plantar la toalla. Para playa, toca alquilar moto y salir hacia el norte de la isla.
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Soy planificador de viajes y blogger desde 2005. Mi pasión por viajar comenzó muy pronto: tenía poco más de un año cuando visité el Loira y París, aunque, claro, no recuerdo nada. Desde entonces, viajar ha sido una constante en mi vida.