Xavi, el viajero que prefiere un banco en la sombra a mil selfies en un templo
Tengo casi 60 años, una pierna que ya no responde como antes, pulmones que se cansan rápido y solo veo con un ojo.
Y aun así, sigo viajando. No como los influencers, sino como soy: lento, curioso y sin vergüenza de sentarme a descansar cada 300 metros.

Empecé a escribir sobre viajes en 2005, pero fue tras un trombo en la pierna y con la salud más frágil cuando entendí de verdad qué significa viajar a tu ritmo.
Ya no busco “verlo todo”. Busco sentir lo esencial: una conversación en un puesto de fideos en Kampot, el silencio de un templo al amanecer en Kyoto, el olor a lluvia en un pueblo de Laos.
Vivo en Castellón —mi refugio tranquilo—, pero cada pocos meses me lanzo al mundo con una mochila, una tarjeta SIM local y un plan flexible.
No soy nómada digital, no tengo patrocinadores, y no creo en los “mejores 10 destinos para jubilarse”.
Creo en los viajes posibles: los que respetan tu cuerpo, tu bolsillo y tu necesidad de calma.
Aquí no encontrarás listas genéricas ni consejos de alguien que nunca ha tenido que buscar un banco para descansar.
Encontrarás guías reales, errores propios, rutas sin aglomeraciones y la cara B de los destinos —la que no sale en Instagram.
Si viajas diferente… este es tu rincón.

